lunes, 22 de agosto de 2011

A veces, sobran los detalles

Tu y yo frente a frente, desnudos.

Un espejo en la pared, a medio metro de mi espalda. Un dildo pegado a él.

Nos besamos.

Mi pelo en tu mano. El dildo en mi coño. Tu polla en mi boca.

Mi mano en tus huevos, la otra acariciando mi clítoris.

La mano que agarra mi pelo marca el ritmo de la mamada, el mismo ritmo que siguen mis caderas mientras me follo el dildo.

Disfrutas de mi lengua en tu polla, de la saliva resbalando por su tronco, de la visión de mi coño acercandose y alejandose del espejo mientras es penetrado por el dildo.

En tu mano libre, una pala de cuero que azota mi culo. Se oye un restallido tras otro.

Nuestra respiración cada vez es más agitada.

Al fin el ansiado orgasmo, que recorre todo mi cuerpo, haciendo que se erice mi piel. Sigo chupándotela. Tu semen inunda mi boca.

Nos dejamos caer en la cama, exaustos. Hay que reponer fuerzas para el segundo asalto.

martes, 9 de agosto de 2011

¿Me dejas ser tu mascota?

Hace tiempo que una fantasía me ronda por la cabeza: quiero ser tu gatita en celo.

Sólo necesito adquirir el material necesario para hacer el disfraz que tengo en mente, así que te voy a enseñar lo que me pondría para que me imagines lo mejor que puedas y luego te cuento lo mi fantasía ¿te apetece?

• Unas orejitas



• Un bonito collar


• Algo para decorar mis pezones


• Una colita que fabricaría yo misma a partir de un diseño que encontré en internet

   


• Unas braguitas que permitan colocar la colita


Como una buena y sumisa mascota, te estaré esperando en la entrada de casa cuando llegues de trabajar para saludarte, recibir unas caricias y acompañarte hasta el sofá. Sé que llegas cansado.

En cuanto te sientes subiré contigo al sofá a mendigar unas cuantas caricias y a restregarme un poquito para demostrarte mi afecto, ¡cuando estoy en celo necesito muchos mimos! Después, a gatas, moviendo las caderas lentamente para que te recrees la vista con los sensuales movimientos de tu hermosa mascota, me iré a un rinconcito a intentar calmar mis ganas de sexo, pero no soy una gatita flexible como las de verdad y no llego a lamerme, así que tendré que valerme de mis manos para saciar mi apetito, ¿te gusta ver como me toco para ti? Me encanta acariciar cada rincón de mi húmedo sexo e introducirme los dedos lentamente mientras me miras... 

Tras una buena sesión de onanismo me entra mucha hambre, así que iré a pedirle a mi complaciente amo que me alimente ¿me darás mi ración de leche? prometo terminarme hasta la última gota y dejarte la polla reluciente. ¡Que sueño me entra cuando termino de comer! Me tumbaré a descansar a tu lado mientras me acaricias...

Si como demasiado deprisa me pongo muy malita, así que es probable que me sienta mal y no consiga dormirme. Como buen amo notarás enseguida los sintomas de empacho y tendrás que tomarme la temperatura, así que ya sabes, aparta mi colita con cuidado... e introdúceme el termómetro en el culo con despacito. Soy una gatita buena y suelo hacerte caso, puedes estar tranquilo que me quedaré quietecita con el culo en pompa para que te ocupes bien de mi, pero puedes sujetarme por el collar para asegurarte de que no me mueva e incluso darme unos azotes para corregir mi comportamiento; no rechistaré.

Al final seguramente habrá sido una falsa alarma y no tendré fiebre, pero al menos tus cuidados habrán servido para que los dos nos relajemos y nos quedemos al fin dormidos.

lunes, 8 de agosto de 2011

Una reunión diferente

Los viernes por la tarde me reuno con dos amigas. Todos los viernes. Mismo bar. Mismas caras. Mismas conversaciones banales. Me aburro.

Un viernes decidí que ya era hora de darle una vuelta de tuerca a esas reuniones, pero ese cambio sería sólo para mi, a ellas no se les puede sacar de su rutina, no vaya a ser que descubran que hay algo más a parte de sus monótonas vidas. Pero mejor, así me divertiría más.

Llamé a Jaime. Le conocí en la sauna del gimnasio y mis amigas no saben de su existencia. La verdad es que no conocen a la mitad de mis amantes y si se enterasen de que me acuesto asiduamente con más de un hombre creo que no me volverían a ver de la misma forma. Jaime es moreno, pequeñito pero con los músculos perfectamente esculpidos y siempre está dispuesto a todo. Así que le llamé y le expliqué lo que tenía en mente.

Hacía calor, estábamos a finales de julio. Me di una ducha refrescante, unté mi cuerpo generosamente de aceite y me puse un diminuto tanga, un vestidito de lino blanco y unas sandalias de tacón; no puedo salir de casa sin unos buenos zapatos, ¡son mi perdición! Decidí prescindir del sujetador, me da demasiado calor y mis pechos están bien formados y en su sitio, por lo que no lo necesito. Sacudí mi cabeza para colocar mi húmeda melena, metí cuatro cosas en el bolso y salí hacia mi destino caminando sonriente, pensando en como se daría la tarde.

Al llegar a la terraza eché un vistazo rápido para localizar a mis amigas, estaban en la zona de costumbre, justo al otro lado del que yo venía, sin embargo la mesa que me interesaba estaba a tan sólo a 1 metro. Allí estaba Jaime, tal como habíamos acordado. Al pasar por su lado tropecé premeditadamente dejando caer mi bolso. Él se agachó a ayudarme y aprovecho para hacerme sentir su respiración lo más cerca que pudo de mi cuello y susurrarme que estaba preciosa y que me follaría allí mismo. Sabe como hacer que me suba la temperatura. Me incorporé, le dí las gracias con una tímida sonrisa, como si fuese un desconocido y me dirigí a la mesa en la que me esperaban mis amigas. Bromearon sobre lo torpe que soy hasta que el camarero vino a tomarnos nota. Dos cafés con hielo para ellas y un cappucchino para mi. A Jaime le encanta jugar con comida y se me ocurrió que podría gustarle ver como disfrutaba yo con cada cucharada de espuma. No me equivoqué, en cuanto la cuchara se posó por primera vez en mi boca y mi lengua recogió los restos de espuma que quedaron en mis labios le cambió la cara y conformé seguí deleitándome con la espuma él no hacía más que cambiar de postura en su silla nerviosamente. Yo también estaba nerviosa, temía que mi plan saliera mal o que mis amigas me descubriesen...

Transcurridos 10 minutos de conversación empecé a sentir calor. Me sentía agitada y una agradable sensación invadía mi sexo. Jaime había decidido que debía empezar a disfrutar de aquel, hasta entonces, monótono viernes. Los más astutos ya os imaginaréis por dónde va la cosa. En efecto, en aquel encuentro a ras de suelo, mientras recogía mis pertenencias, aproveché para darle el mando de mi huevo vibrador inalámbrico para que lo usase a su antojo tal como hablamos por teléfono.

Se entretenía pulsando el botón y sonreía al verme intentando mantener la compostura y disimular frente a mis amigas, que ya empezaban a mirarme con cara rara... Era una terraza bastante concurrida y eso en principio puede parecer un inconveniente, pero en realidad tiene la ventaja de que con tanta gente hablando no había posibilidad de que nadie apreciase el leve zumbido que salía de mi sexo, eso, y el  morbo de estar haciendo en público algo que la mayoría de gente no hace ni en privado.

Cada vez estaba más excitada y me costaba más concentrarme en la conversación, por suerte, Jaime se comportaba y cuando veía que era yo quien hablaba no activaba el vibrador... casi. Sentía como me iba humedeciendo. Mi piel y mis pezones empezaban a erizarse y la tela de mi vestido los mostraba en su máximo esplendor, así que abrí mi bolso y saqué mi abanico rojo, por un lado me ayudaría a controlar el calor que desprendía cada poro de mi piel y por otro lo usaría para cubrir mis pechos de las miradas indiscretas de mis amigas. No pasaría desapercibida ante todas las personas allí reunidas, pero al menos no sería el centro de atención de todo el mundo. Un par de hombres me miraban de vez en cuando contrariados, su instinto más primitivo les hacía ver mis señales de hembra en celo, pero su parte racional no sabía realmente que les atraía de mi.

Llegado un punto ya no podía soportar más aquella dulce agonía y les dije a mis amigas que necesitaba refrescarme. Me mordí un labio mirando pícaramente a Jaime y me dirigí al baño seguida por él. Nos besamos apasionadamente y entramos como pudimos en el servicio de minusválidos, debíamos ser rápidos, así que me levantó en volandas sentándome sobre el frío mármol del lavamanos y se dispuso a satisfacerme. Activó el vibrador a máxima potencia, me retiró el tanga hacia un lado con premura y empezó a lamer mi sexo con gran destreza para conseguir arrancarme un orgasmo lo antes posible. De vez en cuando me introducía un par de dedos y tiraba del hilo de mi juguetito para proporcionarme un mayor placer y en cuanto lo soltaba mis músculos lo apretaban y lo hacían subir de nuevo. Estaba a punto de correrme, así que se lo hice saber, entonces decidió usar todas sus armas: sacó el vibrador y comenzó a estimularme el punto G mientras seguía usando su lengua. El resultado: uno de los mejores orgasmos que he tenido en un lugar público. Le dí las gracias y le dije que en 20 minutos nos veíamos en su casa.
Cuando regresé a mi mesa, me disculpé por la tardanza, les dije a mis amigas que me había bajado la tensión por el calor y que me iba a casa a descansar. Quería devolverle cuanto antes el favor a Jaime.

domingo, 7 de agosto de 2011

Amor a primera vista

Todo empieza cuando hago mi visita semanal a las webs de los mejores fabricantes de juguetes eróticos. 

No hay semana que no pase por las webs de Lelo, Fun Factory, Tantus...

Cuando descubro que al fin en una de ellas se habla de un nuevo juguete, mi pulso se acelera con sólo posar la vista en la imagen del nuevo objeto de placer. Mientras voy leyendo las nuevas características y prestaciones del juguete en cuestión, mi respiración se agita y no puedo evitar apretar mis muslos imaginando como será sentirlo entre mis piernas, explorando cada rincón, probando cada nuevo programa y velocidad.

Podría comprarlo directamente en esas webs, pero igual que sucede cuando empiezas a sentir interés por una persona y "espías" sus andanzas en las redes sociales como una chiquilla enamorada antes de lanzarte, prefiero alargar la espera y adquirirlo cuando esté disponible en mi tienda de confianza. Mientras tanto, simplemente me deleitaré leyendo reseñas y buscando fotos y videos. A veces la espera hace que aumente el interés por lo que deseas y cuando al fin lo consigues lo disfrutas mucho más.